sábado

❝❞ ━: Lágrimas「 RiRen 」

Había empezado de manera inesperada, ni siquiera él mismo podía creérselo. En su mente repasaba momento a momento a lado de aquel mocoso de ojos tan claros como una mañana de primavera. Con sus finos labios en una delgada línea cuando había algo que no quería hablar. Con sus manos extendidas hacía él pidiéndole acompañar a cualquier lugar solo para pasar el rato.
Esos momentos que representaron un momento importante para él, pero que lamentablemente ya no podría repetir.
Sentado en la puerta del pórtico de la casa que habían comprado hace un par de años, veía la gente pasar continuando con su vida como cualquier otro lo haría. Bufó molesto. Lo hacían parecer tan sencillo que el solo hecho de pensarlo le provocaba rabia.
Porque él no podría hacer lo mismo. Porque él ya no tenía la opción de continuar. Y aún si la tuviera, no quería tomarla.
Porque las cosas le resultaban más sencillas, interesantes, y vividas cuando tenía a un pequeño castaño a su costado con sus ojos llenos de asombro por cualquier cosa que el realizara. Sorprendiéndose como todo un niño, y es que eso precisamente era para él, un mocoso que siempre lo seguiría a donde fuera y que le pediría de manera tímida compartir tiempo con él.
Aceptaría luego de que un par de insistencias. Expresaría un quedo 'está bien' y luego giraría en su lugar dándole la espalda solo para que no notara la leve sonrisa que aparecía en su rostro cada que el menor requería de su tiempo.
Dejaría todo lo que estuviera haciendo solo para acceder a uno de sus caprichos. No mostraría su verdadero sentir, pero lo observaba con detenimiento, llenando sus momentos de los gestos que el otro hacía. La manera en como sus ojos cobraban vida ante él, como sus labios formaban una sonrisa y sus manos se alzaban al aire cada que algo le salía bien.
Entonces le llamaría por su nombre, le pediría su opinión y él se la daría felicitándolo en una postura recta y diplomática, para luego acercársele, revolverle los cabellos y seguir de frente, tal vez para no perder la compostura ante la dulzura mostrada, o tal vez solo para no dejar que sus emociones afloraran en un momento que él no consideraba idóneo.
¿Cuándo lo sería? Fue lo que se preguntó aquella noche cuando el castaño pidió dormir con él, afirmando que se sentía asustado, que noche tras noche soñaba con su madre, y que justo esa noche lo que más necesitaba era a él. No pudo hacer más que darle paso para que ingresara en su habitación. Cobijarlo entre sus mantas, y esperar hasta que el otro se durmiera dándole leves palmaditas en su espalda apreciándolo de cerca.
Las palabras sobraban cuando las acciones decían mucho más de sí.
Recordó esa frase la misma tarde que apoyado en la pared, esperaba por el regreso del menor, mientras miraba a la nada tratando de pensar cualquier otra cosa que no fuera a Eren con sus amigos más animado de lo normal.
Lo había visto salir de la preparatoria, horas antes. Quería que ambos se fueran a su casa a pasar el rato, sin embargo, con la imagen de verlo sonreír con alguien más, hizo que retrocediera sus pasos y regresara solo con la mirada fija en el pavimento. Y cuando llego a su hogar, presiono con fuerza la perilla antes de entrar. Más su sorpresa fue mayor, cuando en medio de la estancia se encontraba el mismo castaño que hace un par de minutos había visto con otros extraños.
Le extendió la mano como bien sabía hacerlo, dudo en tomarla. Y cuando éste dio un paso en su dirección, ignoro todas aquellas voces en su mente diciéndole que lo que quería hacer estaba mal. Porque Eren era su único alumno particular, y quería que así se quedara. No obstante, decidió ignorar todas aquellas advertencias en su cabeza y con rapidez fue hasta él para poder por fin, probar el cielo con sus labios.
Y fueron esos labios que le supieron a gloria los que lo acompañaron por mucho tiempo más. Porque basto solo un beso y lágrima para poder expresar cuan enamorado estaba. Hacerle entender que sin importar cuanto tiempo pasará, él seguiría allí, atrás de él vigilando cada movimiento que haga el menor, para verlo caer y ayudarlo a levantarse.
Estar a su lado donde siempre pertenecería.
¿Y ahora dónde estaba?
Solo allí, viéndolo llorar con lágrimas desde el cielo. Pidiéndole una vez más continuar. Y si él no podría, entonces ya habría un lugar a donde ir. En un cielo claro y hermoso.

Y en las noches, solo dos estrellas unidas por su mismo fulgor.
PD. Disculpen los errores, y ¡GRACIAS POR LEER! 
  • By: clxwnmxsk
  • Drama; angts, romance. au!
  • 786 ~ Viñeta RiRen #1.
  • Créditos correspondientes al autor de la imagen.
  • Música de ambientación sugerida: Annabel - ananmesis

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