sábado

❝❞ ━: Confluencia「 RiRen 」

Fue cuando cumplí veintitrés años, cuando me di cuenta de que estaba enamorado:
Lo divise por primera vez en el terminal subterráneo.
Era más de las ocho de la noche, decidí tomar el subterráneo ya que mi auto se descompuso la noche anterior. Estaba cansado solo deseaba poder llegar a casa lo más rápido, comer un poco y luego irme a la cama. Por esas horas el subterráneo parece estar no tan concurrido por las personas como de costumbre, se podía sentir el frió aumentar a cada que pasaba las horas. Me cerré el abrigo hasta más arriba de mi cuello, no quería pegar un resfriado. Los minutos pasaban y por fin escuche el anuncio del tren llegando. Saque mis manos de mi bolsillo, las personas empezaron a descender del vagón que iba a tomar, espere a que fuera mi turno. Estaba por subir, cuando de la nada una persona estuvo a punto de caer, en un rápido reflejo puse mis manos para evitar que cayera. Tal vez era mi imaginación, pero esa persona, o para ser más claro ese chico olía delicioso, era como oler a primavera a través de él. No pude ver su rostro, pero su cabello era de un hermoso castaño y muy sedoso. Parecía ser muy frágil, y a la vez fuerte. Todo eso pude saberlo a penas lo tenía en mis brazos.
—Lo siento no me fije —se separó de mis brazos, hizo una pequeña reverencia. Me miro por unos dos segundos fijos en mis ojos, y con esto se marchó.
No pude decir ni una sola palabra, me quedé perdido en esa mirada. Sus ojos eran de un color verde esmeralda, su sonrisa era sincera, y sus labios, en menos de un segundo se convirtieron en un deseo para mí.
Al ver como daba vuelta y se iba lentamente no supe reaccionar, solo me quedé parado estático en ese momento. Traté de volver en mí, subí como pude al vagón y con esto me dirigí a casa. En todo el trayecto seguí pensando en ese misterioso chico de aquellos hermosos ojos. Me quite el saco apenas entre por la puerta de mi apartamento. Seguí mis planes como de costumbre. Tenía planeado recoger mi coche al día siguiente, pero decidí olvidar ese dato para volver a la misma hora al subterráneo. Dentro de mi deseaba poder volver a aquel chico, realmente lo deseaba.
Los días pasaban, ya no usaba mi auto para transportarme por las noches a mi apartamento, siempre tomaba el subterráneo, y no me equivocaba, él siempre estaba ahí a la misma hora. No sabía su nombre, pero sin decirnos ni una sola palabra, ambos nos volvimos "conocidos de vista", ya que siempre solíamos darnos una pequeña sonrisa cuando nos encontrábamos.
Llego el día de mi cumpleaños, todos los trabajadores de la empresa para la cual trabajaba, me felicitaron y organizaron una pequeña celebración en mi nombre. Todos se veían felices a mí alrededor, y fue ahí cuando lo entendí.
Siempre había personas felices a mi lado, pero por más que su alegría los desbordara, no podían contagiármela conmigo, por la simple razón de que me sentía vacío. Me enamore a primera vista de un chico que aun desconozco su nombre. Entonces comprendí, que por más que la viera cientos de veces, no sabría su nombre jamás.
Ese día decidí no tomar el subterráneo, decidí caminar y sentir el frio en mi cuerpo, al menos eso podía sentir. No recuerdo cuanto tiempo estuve caminando, tenía la vista fija en el piso, sin darme cuenta una persona se encontraba frente mío.
—Hoy no tomaste el subterráneo. Fue raro estar ahí, sin recibir ninguna sonrisa en el rostro de la persona que hacía falta.
—Quería caminar por hoy. ¿Acaso me extrañaste?
—La verdad sí. Esperaba que con el paso del tiempo pudiéramos ser amigos.
El mismo día de mi cumpleaños número veintitrés caí en la conclusión de que estaba deprimido. La respuesta era clara, me sentía vacío por dentro. Las personas comunes lo definirían como "falta de amor", no estoy seguro de eso. De lo único que estoy completamente seguro es que había experimentado mi primer amor a primera vista, y no pude notarlo la primera vez. Lo siento dentro de mí, por fin sé que es ser feliz con solo ver a una persona frente a mí. Sabiendo esto en mi interior solo pude decir una frase que estaba acompañada de un solo sentimiento.
—Yo solo espero...espero que seamos juntos un siempre —él solo sonrió.
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  • Música de ambientación sugerida: Super Junior - This Is Love ♪



❝❞ ━: Infidelidad「 RiRen 」

La puerta de mi apartamento se abre. Lo escucho perfectamente. Sé quién es, no tengo que alarmarme. Busco mi celular en la mesa de noche y veo la hora.
04:25am
La misma hora como siempre. Doy un suspiro al aire, y niego levemente.
La puerta de mi habitación se abre, ahí estas tú. Tan hermoso como siempre.
Me sonríes y sin necesidad de palabras, sabemos que como terminara.
Si tan solo fuera de otra manera. Si tan solo no me vieras como persona de una noche. Si tan solo me amaras como yo te amo.
La habitación en poco se convierte en testigo de cuatro paredes, de gemidos y obscenidades dichas.
Al amanecer despierto, cuando en realidad no pude dormir casi nada. Me siento en mi cama y te observo, tan lindo como siempre.
Recostado boca abajo, emites unos pequeños ronquidos. Sonrió, pues sin importar que siento que te ves demasiado adorable. Eres como un niño pequeño que deseo proteger, un niño que deseo que sea solo mío.
Pero no es así.
Y el anillo que veo en tu anular me lo reitera.
Eres de otro hombre, y yo solo soy la compañía externa. Aquel que te da todas las noches que tú quieras, sin recibir nada a cambio.
Cubro mi rostro con ambas manos, y siento ganas de llorar. ¿Desde cuándo paso? ¿Cómo es que después de tantos años sigo siendo el 'otro'? ¿Cómo es que a pesar de todo no confieso mis verdaderos sentimientos?
Increíble.
Increíble que después de cinco años, aun no haya dicho la palabra 'TE AMO'.
Tus manos se deslizan suavemente a través de mi espalda desnuda. Has despertado. Volteo para verte, y tu solo me sonríes. Una sonrisa que hace que este de nuevo a tus pies. Postrado vendiendo mi alma al diablo por un poco de tu tiempo, y de tu cuerpo.
Charlamos un poco mientras veo cómo te pones tu ropa. Una marca en tu cuello llama mi curiosidad. Te pregunto a qué se debe, y te excusas en yo lo hice.
Pero mientes.
Yo no lo hice, y se perfectamente que tu esposo tampoco. Es muy mojigato para eso.
Te pregunto de nuevo, y no respondes. Insisto y sigues callando. Mi paciencia se esfuma y te levanto la voz asustándote un poco.
Bajas la mirada y pienso que te disculparas.
Me equivoque.
Una sonrisa descarada se forma en tu rostro. Un rostro de ángel que por tanto amé. Pero ya no es la misma. Ahora ya no hay rastro de inocencia.
Y lo sé.
En un tono que jamás escuche. Descubres más partes de tu cuerpo, mostrando más marcas que no había notado.
Empiezas a reírte, y me lo dices. Trato de no oírte, pero lo reiteras. Mi mundo entero se desmorona.
—Mi cariño lo disfruta quien quiera.
Y te vas. No te detengo.
Caigo de rodillas al suelo y lloro. Por ser tan idiota. Por alguien quien no lo merece. Por amar y no ser amado. Y porque sé que todo acabo.

Y lo entiendo. Él nunca me amaría, y tal vez no amé a nadie. Su vida está llena de mentiras, y yo fui una de ellas. Solo fui una infidelidad.
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  • Créditos correspondientes al autor de la imagen.
  • Música de ambientación sugerida: Sin bandera - Mientes tan bien ♪



❝❞ ━: Teléfono「 EreRi 」

Levi había adquirido una costumbre cada que Eren se daba la vuelta. Y eso era el sacarle la lengua de manera infantil al celular de éste, por creer que para lo único que servía, era para robarle el tiempo de su novio con su insistente sonar.
Sonaba ridículo si lo decía en voz alta, pero por vez primera, desde que conoció al castaño, al fin pudo conocer cómo se sentían los dichosos celos. Y era tonto. Porque ni siquiera los había sentido con Armin, el mejor amigo de Eren, ni mucho menos con Mikasa, a quien el castaño consideraba una hermana. Y eso que ellos eran bastante, mucho más melosos con su novio que el tonto del aparato que reposaba sobre la pequeña mesa al frente del sofá.
Lo más curioso de todo era cuanto tiempo le había llevado al más bajo sentir aquello. Porque solo se necesitó poco más de un día y medio para que quiera tirar aquel aparatito por la ventana.
Había empezado el domingo pasado cuando en medio de risas y caricias compartidas debajo de las sabanas, el teléfono del menor comenzó a sonar. No era algo raro e inusual, al menos Levi así lo entendió los primeros diez minutos. Sin embargo, para cuando la llamada se extendió por los próximos veinte minutos, supo entonces que el día que se suponía que tenía que ser perfecto, se había ido por la borda sin retorno alguno.
Ni siquiera cuando Eren salió de la habitación, con uno de sus trajes, disculpándose con un beso y un adiós. Ese momento Levi supo que podía explotar, porque ¿Quién demonios trabajaba un domingo? Y sobre todo a mitad de sus vacaciones de fin de año. Él no lo entendía, pero decidió dejarlo pasar, pues Eren siempre había tenido buenas razones para dejarlo colgado. Justo como lo había hecho ese instante.
El lunes por la tarde fue igual. En medio de un beso de bienvenida, aquel aparato se le dio por vibrar junto a aquella musiquita que él comenzaba a detestar. Nuevamente Eren se disculpó con la mirada, en lo que contestaba la llamada girando en contra de él.
Bufó por lo bajo entretanto en su mente no dejaba de maldecir ese bendito teléfono. Si lo pensaba detalladamente, era hasta algo ridículo pues no era culpa del celular sino de las personas tras la llamada, quienes conspiraban en su contra para robar el tiempo de su novio, dejándolo a él sin nada. Pero él no conocía a las personas con quienes trabajaba el menor, en ese caso en vez de desperdiciar energías y tiempo averiguando quienes eran, prefería maldecir al artefacto del demonio por sonar cuando menos lo quería.
Para su infortunio no puede quejarse si quiera. Había muchas razones para ello, pero en especial dos: primero, decirle a tu novio que estas celoso de un teléfono era tonto; y segundo, él no era precisamente la persona más expresiva posible, y prefería no serlo.
No obstante, fue el miércoles de la siguiente semana cuando ya no lo soportó. Eren había llegado aproximadamente a las seis de la tarde, y como siempre se quitó su saco colocándolo sobre el respaldo del sofá. Aflojo el nudo de su corbata y se sentó en el sillón para seguidamente, prestarle más atención a su teléfono que a él.
Levi, quien se esperaba algo como eso, dejando de lado el libro que estaba leyendo, recostó su cabeza sobre las piernas del contrario y comenzó una leve caricia sobre el oído del menor quien de inmediato paro cualquier movimiento y clavo su mirada en él. Sabía que aquella parte de su cuerpo era su punto débil, y ahora quería aprovechar ello. Sus caricias sobre esa zona no disminuyeron ni mucho menos aumentaron. Eso en conjunto con su mirada, fue suficiente para que Eren ahora le prestara total atención.
No había querido expresar sus verdaderos sentires, pero había pasado algún tiempo y no veía algún cambio. No quería aceptarlo, pero ello le preocupo. Así que, con voz baja, casi en un murmullo, expresó:
—Toda tu atención la quiero solo para mí.
El castaño se quedó pasmado ante tales palabras, boqueo un par de veces para luego negar un poco tratando de recuperar la concentración, y seguido de ello le mostro aquella sonrisa infantil que lo caracterizaba, diciendo un quedo: sí.
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  • Créditos correspondientes al autor de la imagen.
  • Música de ambientación sugerida: La Oreja de Van Gogh - Soledad ♪

❝❞ ━: Primera Cita「 EreRi 」

Las manos le sudaban, las piernas le temblaban y por si fuera poco no dejaba de morderse el labio, sintiendo así, el sabor metálico de su propia sangre.

Bufó por lo bajo molesto. Había estado repasando en su habitación lo que tenía que hacer para cuando ese momento llegara, y ahora no podía hacer más que arruinarlo. Una vez más reviso la hora en el reloj de su muñeca confirmando que su cita deseada estaba atrasado, muy atrasado.

Solo se le hizo un poco tarde, no es la gran cosa. Fue lo que pensó tratando de convencerse a sí mismo que lo que ocurría en realidad no era un desplante, solo un simple retraso y ya.

Y es que había esperado muchísimo tiempo para que ese momento llegara. Dos años para ser precisos. Desde que había ingresado a la preparatoria, la primera persona que llamo su atención, fue el amable sempai al que solía pasarle los libros de arriba en la biblioteca. Nunca le agradeció por ese gesto que él solía tener involuntariamente. Nunca le dirigía la mirada más de lo necesario. Jamás le pregunto su nombre y cuando él solía decirlo en voz alta para que el otro escuchase, nunca le presto atención. Ni por curiosidad, ni por molestia, ni por nada. Simplemente no existía.

Eren Jaeger era inexistente en la vida de Levi Ackerman.

Con suerte había logrado obtener su nombre, ya que no inspecciono en el listado de la biblioteca para respetar su privacidad. Sin mencionar el hecho de que Annie jamás le permitiría hacer ello. Se tomaba muy enserio su papel de encargada de estantería.

Sin embargo, Eren considero que el mundo muy de vez en cuando era lo bastante justo como brindarle el nombre de la persona de la cual había estado más que flechado durante dos años. Había pasado por alto que alguien tan sociable como Armin tendría amistades en los de tercer grado. Solo basto preguntar por el chico bajito de la biblioteca para que éste le dijera que lo conocía, al menos de vista, pero que dos de sus amigos compartían clases con él y que si Eren así lo quisiese, averiguaría lo necesario por él.

— ¿En serio lo harías? ¡Muchísimas gracias Armin!

No escatimo un poco en demostrar la alegría que lo embargaba, que de inmediato lo abrazo de manera efusiva llamando la atención de las demás personas en la cafetería.

Así fue como dos semanas después, ya conocía el nombre completo del chico de definidos rasgos y mirada penetrante. Acercársele no fue cosa sencilla, aquel azabache había demostrado ser la persona más seria del mundo. Nunca reía, nunca empezaba una conversación, nunca demostró estar interesado en él ni siquiera como persona. Y eso solo entristeció el pobre corazón del castaño.
Pero fue un día cuando uno de los amigos de Armin, al que le debía la información de su platónico, se le acerco preguntándole si por fin había decidido confesarse. Acongojado bajo la mirada negando levemente. El rubio –cuyo nombre desconocía– le palmeó la espalda animándolo a que no desistiera, pero él ya comenzaba a hacerlo pues no había alguna señal de que a Levi le interesara alguien como él.

—Nunca te hablará, pero hay que ver como no para de espiarte cuando están en clase de gimnasia.

Fue lo que menciono aquel rubio cuando noto la expresión decaída de Eren. Éste se lo pensó unos segundos, para luego formar una enorme sonrisa en su rostro revitalizado otra vez. Sacudió la mano del mayor repetidas veces, a medida que no paraba de agradecerle por todo. Comenzó a correr con una sola dirección en mente: la biblioteca en el ala este.

Entro presuroso, jadeando y con el uniforme desaliñado. Ignoro la mirada asesina que le dirigía Annie en ese instante, y con mucha impaciencia fue hasta el último corredor de la biblioteca encontrándose con su amable sempai que se disponía a guardar varios libros que de seguro ya había leído.

Se paró frente a él llamando su atención. Sus rasgados ojos lo examinaron por completo dejándolo indefenso. Nuevamente se sentía nervioso. Balbuceó un par de veces antes de decir algo entendible. Levi arqueó una ceja esperando por alguna palabra, más nada llegó. Para cuando al fin comprendió que el castaño frente a él no diría nada, dio media vuelta, sin embargo, no pudo dar un solo paso.
Un grito se oyó en todo el silencioso lugar. Eren tenía los ojos cerrados y las manos hechas puño. Levi no giró, luego de unos segundos respondió con voz incordio: sábado a las cuatro de la tarde, estación de Tokyo.

Y sin más se fue.

Ahora parado allí, con las manos presionando su móvil en uno de sus bolsillos, trataba de no martirizarse con pensamientos pesimistas. Levi vendría, no lo dejaría plantado allí. Y cuando creyó que no sería eso, la figura delgada de un chico acercándose, hizo acelerar su corazón.

Allí estaba él, con un abrigo azul y bufanda a cuadros. Se disculpó quedamente por su tardanza y él sin ocultar su felicidad, como ya era costumbre, le tomo la mano por el resto del camino hasta llegar a su destino: el cine.

La fila para la comida era un poco extensa, él se ocuparía de ella mientras que Levi compraría las entradas.

De reojo lo veía, tan tranquilo como siempre. Con su buena postura y sus cabellos cayendo delicadamente a sus costados. Reflexiono en su mente sobre qué era lo que más le gustaba de él a medida que la fila avanzaba. No encontraba una respuesta clara, solo sabía que su pecho no dejaba de sonar con insistencia cada que se encontraba cerca de él. Y eso fue todo lo que le basto para no pensar más al respecto.

Con palomitas en mano, giro sobre sus talones buscando con la mirada a su cita, encontrándolo a tan solo un par de metros con los boletos en mano.

Su vista fija en él, su persona esperándolo. Sus pasos fueron lentos, sus manos presionaban con más fuerza la comida en manos, y cuando menos lo pensó, con el rostro encendido y su cuerpo temblando, se inclinó de manera precisa para que sus labios quedaran justo sobre los del contrario.

Fueron solo un par de segundos. Cuando se alejó, Eren tenía el rostro completamente rojo avergonzado de lo que había hecho. Levi no se inmuto y por un momento pensó que había echado todo a perder. Más las palabras de Levi al girar le devolvieron todo rastro de alegría que había dejado segundos atrás.

—La próxima vez trata de no cerrar tanto los labios, ábrelos un poco. Resultará tedioso sino.
Con una enorme sonrisa en el rostro, y el rostro ruborizado, Eren solo exclamo un quedo ¡Sí!

PD. Disculpen los errores, y ¡GRACIAS POR LEER! 
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  • Música de ambientación sugerida: ToppDogg - What's Wrong With Me ♪

❝❞ ━: Lágrimas「 RiRen 」

Había empezado de manera inesperada, ni siquiera él mismo podía creérselo. En su mente repasaba momento a momento a lado de aquel mocoso de ojos tan claros como una mañana de primavera. Con sus finos labios en una delgada línea cuando había algo que no quería hablar. Con sus manos extendidas hacía él pidiéndole acompañar a cualquier lugar solo para pasar el rato.
Esos momentos que representaron un momento importante para él, pero que lamentablemente ya no podría repetir.
Sentado en la puerta del pórtico de la casa que habían comprado hace un par de años, veía la gente pasar continuando con su vida como cualquier otro lo haría. Bufó molesto. Lo hacían parecer tan sencillo que el solo hecho de pensarlo le provocaba rabia.
Porque él no podría hacer lo mismo. Porque él ya no tenía la opción de continuar. Y aún si la tuviera, no quería tomarla.
Porque las cosas le resultaban más sencillas, interesantes, y vividas cuando tenía a un pequeño castaño a su costado con sus ojos llenos de asombro por cualquier cosa que el realizara. Sorprendiéndose como todo un niño, y es que eso precisamente era para él, un mocoso que siempre lo seguiría a donde fuera y que le pediría de manera tímida compartir tiempo con él.
Aceptaría luego de que un par de insistencias. Expresaría un quedo 'está bien' y luego giraría en su lugar dándole la espalda solo para que no notara la leve sonrisa que aparecía en su rostro cada que el menor requería de su tiempo.
Dejaría todo lo que estuviera haciendo solo para acceder a uno de sus caprichos. No mostraría su verdadero sentir, pero lo observaba con detenimiento, llenando sus momentos de los gestos que el otro hacía. La manera en como sus ojos cobraban vida ante él, como sus labios formaban una sonrisa y sus manos se alzaban al aire cada que algo le salía bien.
Entonces le llamaría por su nombre, le pediría su opinión y él se la daría felicitándolo en una postura recta y diplomática, para luego acercársele, revolverle los cabellos y seguir de frente, tal vez para no perder la compostura ante la dulzura mostrada, o tal vez solo para no dejar que sus emociones afloraran en un momento que él no consideraba idóneo.
¿Cuándo lo sería? Fue lo que se preguntó aquella noche cuando el castaño pidió dormir con él, afirmando que se sentía asustado, que noche tras noche soñaba con su madre, y que justo esa noche lo que más necesitaba era a él. No pudo hacer más que darle paso para que ingresara en su habitación. Cobijarlo entre sus mantas, y esperar hasta que el otro se durmiera dándole leves palmaditas en su espalda apreciándolo de cerca.
Las palabras sobraban cuando las acciones decían mucho más de sí.
Recordó esa frase la misma tarde que apoyado en la pared, esperaba por el regreso del menor, mientras miraba a la nada tratando de pensar cualquier otra cosa que no fuera a Eren con sus amigos más animado de lo normal.
Lo había visto salir de la preparatoria, horas antes. Quería que ambos se fueran a su casa a pasar el rato, sin embargo, con la imagen de verlo sonreír con alguien más, hizo que retrocediera sus pasos y regresara solo con la mirada fija en el pavimento. Y cuando llego a su hogar, presiono con fuerza la perilla antes de entrar. Más su sorpresa fue mayor, cuando en medio de la estancia se encontraba el mismo castaño que hace un par de minutos había visto con otros extraños.
Le extendió la mano como bien sabía hacerlo, dudo en tomarla. Y cuando éste dio un paso en su dirección, ignoro todas aquellas voces en su mente diciéndole que lo que quería hacer estaba mal. Porque Eren era su único alumno particular, y quería que así se quedara. No obstante, decidió ignorar todas aquellas advertencias en su cabeza y con rapidez fue hasta él para poder por fin, probar el cielo con sus labios.
Y fueron esos labios que le supieron a gloria los que lo acompañaron por mucho tiempo más. Porque basto solo un beso y lágrima para poder expresar cuan enamorado estaba. Hacerle entender que sin importar cuanto tiempo pasará, él seguiría allí, atrás de él vigilando cada movimiento que haga el menor, para verlo caer y ayudarlo a levantarse.
Estar a su lado donde siempre pertenecería.
¿Y ahora dónde estaba?
Solo allí, viéndolo llorar con lágrimas desde el cielo. Pidiéndole una vez más continuar. Y si él no podría, entonces ya habría un lugar a donde ir. En un cielo claro y hermoso.

Y en las noches, solo dos estrellas unidas por su mismo fulgor.
PD. Disculpen los errores, y ¡GRACIAS POR LEER! 
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  • Drama; angts, romance. au!
  • 786 ~ Viñeta RiRen #1.
  • Créditos correspondientes al autor de la imagen.
  • Música de ambientación sugerida: Annabel - ananmesis

 

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