Esas
habían sido las palabras que habían salido de mis labios apenas me vi liberado
de los tuyos. Vi tu expresión estupefacta y como tus brazos caían rendidos a
tus costados. Te había roto el corazón…así como tú lo habías hecho conmigo desde
hace mucho tiempo.
Probablemente
el impulso que te haya llevado a besarme lo hayas sentido en un tiempo muy
corto. Es obvio. Todo tiempo es corto para ti, para mi lo eran años y años de
espera. Años aguardando una simple muestra de cariño que no demuestre amistad.
Años a la espera de palabras que sabía no llegarían. Años de que abras tus
brazos a la espera de encajarme en ellos. Años y más años…
Pero
nada de eso pasaba y empezaba a impacientarme, aunque para ser sinceros, la
ilusión se estaba perdiendo pues entendía (y vaya que realmente me costo
hacerlo) que tú no serías para mí como realmente quería. Que tú no llegarías a
ver en mi más que solo un niño que casualmente sea tu mejor amigo.
Solo
eso.
Amistad.
Una
palabra. Siete letras. No sabes cuantas veces quise cambiarla por una más
corta. Algo tan simple como ‘pareja’ o ‘novio’ era lo que yo simplemente
buscaba, pero esa búsqueda era en vano, y aunque quise aferrarme a la idea de
que las cosas podían cambiar si era paciente, tu mismo desechaste la idea
cuando aquella noche llamaste con la voz tranquila que te caracterizaba
invitándome a tomar un café pues tenías algo importante que decirme. Acepte de
inmediato y por toda la noche las posibles hipótesis de que era aquella que era
importante y que necesitabas con urgencia decirme rondaban mi cabeza impidiendo
que vuelva a dormir.
Al
día siguiente tuve ojeras poco visibles y rece para que tú no las notaras. Por
suerte no lo hiciste, y cuando me senté frente a ti que ya llevabas tiempo
esperándome, me lo dijiste: tenías novia y querías presentármela.
Decir
que me rompiste el corazón probablemente sea poco, mi corazón ya estaba partido
a la mitad desde antes, mucho antes. Las piezas rotas trataban de manera
insulsa ser recogidas por mis manos con la esperanza vaga de que quizás,
quizás, tú podrías aceptarlas. No. No es suficiente con decir eso. Mi mundo
entero se vino abajo cuando la ilusión apareció en tus ojos con ese brillo
peculiar que creí que solo yo podría ver.
Empezabas a matarme por dentro.
Te
sonreí como acostumbraba, como si ese fuera el perfecto mecanismo de defensa
que yo había creado especialmente para que tú no pudieras ver cuan destruido me
sentía por dentro. Te felicite con euforia y como se esperaba de parte del
mejor amigo, dije que me sentía emocionado con conocerla a ella. Ella. Como habré
odiado esa palabra en mis labios y más aun cuando tú la mencionabas como si se
tratara de la palabra más hermosa. No. Para mi simplemente era la más
detestable y horrenda de todas.
Acordamos
que sería al día siguiente, y al momento de despedirnos, como era la costumbre
ya, me diste un fuerte abrazo que estaba por quitarme todo el aire de mis
pulmones. Hubiera querido que fuera así, solo de esa manera no tendría ganas de
quitarme yo la vida con tal de no verte a lado de otra persona que no sea yo.
Me
resigne, y camino a casa solté tantos suspiros como pasos mirando el asfalto.
Quería llorar. Quería llorar pero no lo haría con personas a mis alrededores,
si lo iba a hacer (y estaba seguro de que así sería) prefería hacerlo encerrado
en mi habitación. En medio de cuatro paredes que puedan apaciguar el eco de mis
llantos combinado con tu nombre.
Esa
noche no dormí.
Cuando
la hora de la cita estaba cada vez más cerca, no podía dejar de temblar al
imaginar como sería, como se verían juntos, como hablarían entre ustedes.
¿Serían capaces de besarse en frente mío? Eso si sería lo que necesitaba para
destruirme por completo.
Un
beso, solo eso faltaría.
Pero
tal cosa no llego. Así como tampoco la dichosa novia que con tanto anhelo
esperabas. No se presento, así como tampoco lo hizo a las siguientes citas. Decir
que me aliviaba era poco, estaba revoloteando por dentro por no verle la cara y
mucho menos cerca a la tuya. Si, realmente me sentía muy contento. Y creí que
esos momentos no acabarían ni terminarían mal para mí.
Me equivoque.
Todo
si había cambiado. No lo note. Y fuiste tú el responsable de mi máxima
destrucción. Me estabas besando. Como siempre había soñado, como siempre lo
había deseado. Pero estuvo mal, todo estaba absolutamente mal.
Mis
ilusiones eran casi nulas y la idea de verte con alguien más en el futuro se
demarcaba en mi mente queriendo que me acostumbrara a ella, diciendo que así
era como serían las cosas. Tú con alguien más y yo relegado en un tercer plano
viéndolos ser felices, sonriéndoles, deseándoles suerte y muriendo por dentro. Eso
era lo que mi mente gritaba diciendo que era lo correcto, que estaba bien y que
yo no tenía porque interferir. Que sería muy egoísta, y que podía serlo con
quien sea, pero no contigo. Y me mordía la lengua cada que intentaba hablarte
de mis sentimientos queriendo creer aquello que mi cerebro me aconsejaba.
No
debía hablar, no podía.
Hablaba
de todo menos de ti o de mí, o de nosotros ya que esto no existía,
probablemente nunca lo haría y tenía que acostumbrarme a ello. Sin embargo…fueron
tus labios los que me dieron condena en vez de las palabras de rechazo que
ciertamente esperaba.
—Acabas
de arruinarlo todo.
Claro
que lo habías hecho. Si mi corazón era el que decía y suplicaba que me quedara
a tu lado, correspondiendo a tu afecto, entregándome como siempre había
querido; mi cerebro era el que me decía que me alejara, que estaba mal, que tú
no deberías besarme y que yo no debería corresponderte. Y le obedecí, porque la
sensatez debería ser más valorada que aquellos impulsos que dicta tu corazón
creyendo tener la razón cuando mayormente siempre terminabas herido por causa
de éste mismo. No. Yo no podía ser igual, no quería ser igual. Quise poner mi
raciocinio antes que todo y no mandar a la borda como tú pensabas hacer. Te
separe de mí percatándome que había dolido más de lo que hubiera pensado.
Exprese palabras que realmente sentía, pues todos esos esfuerzos de mantener mi
distancia para que tú pudieras seguir adelante se estaban yendo a la mismísima
mierda por culpa de un impulso que probablemente no podrías explicar del todo.
Tal
vez yo te haya llegado a gustar, pero eso no se comparaba con el amor que yo
sentía por ti. Aquel que me hizo hacerme a un lado, aquel que pensaba ponerte a
ti primero antes que a mi mismo. No. Tu no lo entendías, claramente no lo
harías.
—
¿De verdad no sabe donde pueda estar? —pregunte más ansioso que
curioso, pero la señora Akashi solo negó bajando la mirada. Claramente sabía donde
estabas, debía saberlo todo de ti, era tu madre; pero no diría nada. Eso ya me
quedaba claro.
Habías
partido un viernes por la tarde justo después de que te rechace. Me entere una
semana después cuando un conocido me comento que había visto a la famosa Mai
junto a uno de sus compañeros en un bar; te estaba engañando de la manera más
descarada posible y quise saber como estabas pues claramente ya lo sabías. No
obstante, cuando llegue a tu departamento la dueña del edificio me dijo que
habías salido de viaje y que le habías dejado el recado de que ya no volverías,
de que no lo harías nunca.
Creí
morir por segunda vez consecutiva, y nuevamente fue tu culpa.
Tratando
de encontrar respuestas, sentía como si me adentrara a un callejón sin salida.
Nadie me decía nada de ti. Ni siquiera tus padres lo hacían, tus compañeros de
trabajo me miraban con recelo cuando preguntaba por ti pensando que probablemente
yo era un simple acosador por querer saber con desesperación donde estabas.
Nadie
me brindaba información acerca de tu paradero y rendido entendí que te había
perdido. Definitivamente te había perdido.
—
¿Tú eras el que buscaba información acerca de un tal Akashi? —la
pregunta vino de la nada que cuando levante el rostro automáticamente al oír tu
nombre, mi compañero de trabajo me miro extrañado.
—Si,
yo lo busco.
—Pues
aquí lo tienes —dijo tendiéndome una revista saliendo en la portada misma tú
junto a otras dos personas que no reconocí. Sostenían lo que parecía ser un
acta y sonreías como recordaba ya poco—. Al parecer su empresa acaba de firmar
una alianza con una de las más grandes corporaciones en la capital. Él fue
quien cerró el trato. Tan solo mira, le dedicaron dos caras a una entrevista
que le hicieron la semana pasada —indicó señalándome las hojas correspondientes—.
Leí un poco, fue interesante la parte en la que él mismo se declaraba como todo
un mujeriego.
—
¿Qué?
—Ahí
lo dice, confírmalo tú mismo —y así lo hice. Mi boca quedó seca cuando corroboraba
lo que mi amigo me había dicho—. Tengo curiosidad, ¿Por qué lo buscabas tanto?
¿Acaso lo conoces?
—Era
un amigo —respondí a secas. No podía decir nada más que ello, nuestra amistad
había quedado acabada, pero en lo profundo de mi, subsistía la leve esperanza
de que tal vez, eso pueda cambiar.
Pero
las sorpresas no paraban de llegar y quise mantenerme lo más estable posible
para poder enfrentarlas.
A
través del vidrio podía verte a lado de aquella chica con escote pronunciado y
falda recogida. Ambos traían una copa en mano y brindaban por cualquier cosa
que estén diciendo. Mordí mi labio para aguantarme las ganas de entrar,
apartarla de tu lado y llevarte conmigo muy lejos de allí. Pero me contuve, no
obtendría nada bueno así. Claramente estabas ebrio y eso me obligaba a tener
que tratarte con tacto, de lo contrario pensarías que tu mente te jugaba una
mala pasada ya que nadie tendría que saber donde estabas, mucho menos yo.
Con
pasos lentos ingrese en aquel lugar, y de la misma manera fui hasta la barra
sentándome a tu lado sin que tú te percataras. Pedí un whisky simple y como si
fuera un acto reflejo, detuviste el camino del vaso a tus labios apenas
escuchaste mi voz. Giraste lentamente y cuando me viste de frente, el cristal
resbalo por tus dedos mojándote por completo.
Reí
por tal acción. No dejabas de ser tú aún estando bajo los efectos del alcohol. Luego
paso algo que si no espere. Tus ojos fueron cerrándote y cuando menos lo
esperaba caíste al suelo de costado. Llegué a sostenerte a duras penas y con
mucha, bastante, dificultad pude llevarte a salvo a tu departamento de lujo.
Revise
cada rincón de tu morada y me pareció tan vacía, tan triste, como si un
solitario hombre melancólico viviera en ella. Me pregunte en voz alta porque
sería así, la respuesta que recibí me hizo erizarme por completo y no hizo
sentirme mejor.
—Fue
por ti, siempre fue por ti —estabas apoyado en el marco de la puerta, tenías la
ropa mal puesta y tu expresión fue la más triste que me llegaste a mostrar—
¿Cómo me encontraste?
—Te
vi en la portada de una revista.
—Mmm
—parecías meditarlo— ¿Por qué estas aquí?
Me
quede helado. Tu expresión paso a una mucho más seria y entendí tu claro
desconformo con verme allí. Baje la mirada no sabiendo que más hacer, mordí mis
labios para no explotar reclamándote, gritándote, exigiendo respuestas que
obviamente no tenías ánimo de darme.
—Quería
ver que llegaras bien, te desmayaste de la nada —expresé con un nudo en la
garganta—. Ya que estas bien, será mejor que me vaya.
Tome
mi abrigo y pase presuroso por tu lado, pero antes de que pudiera dar un paso
más sostuviste mi brazo con fuerza obligándome a que te vea. Tenías la mirada
puesta en mí y tu expresión fría solo ayudaba a que me temblaran las piernas y
tragara grueso.
—Aún
no me has respondido.
—Y-yo…
—Responde
—y el agarre en mi brazo se intensifico.
—Quería
verte —sinceré—…necesitaba verte…yo…
—Tú
¿qué? —aseveraste.
—Yo…
—y aplicaste más fuerza en mi brazo— m-me lastimas…Akashi…
—Responde
—tu voz sonaba forzada—…por lo que más quieras…solo responde…—y ahí te vi, tu
mirada cristalizada, tu cuerpo temblando. Podía sentir tu aliento muy cerca al
mío, no dejabas de verme y de pronto todo esa ansiedad en mi cuerpo
desapareció. Solo estabas tú, tú con los orbes reteniendo las lágrimas y tu
cuerpo sintiendo espasmos.
Me
deshice de tu agarre de manera lenta, no te moviste. Dirigí mi mano hacia tu
mejilla limpiando aquella lágrima que desbordaba de tus ojos sin tu permiso. La
manera en la que te acurrucaste contra mi tacto solo hizo que se me encogiera
el corazón. Tú también la pasabas mal, y yo había sido un desconsiderado y un
ingenuo por llegar a creer que sin mi estarías mejor.
—Lo
siento…—hable con dificultad— soy un idiota…mira lo que te he hecho…
—Esto
es tu culpa —dijiste con la voz rota—…quise cambiar a la fuerza…ser otro…pensé
que así…quizás podría olvidarte…
Y
las lágrimas hicieron aparición de una manera vertiginosa. No dude ni un
segundo en abrazarte—: Lo sé…lo sé…lo siento…perdóname, fui un estúpido…creí
que sin mí estarías mejor —y me abrazaste con más fuerza—…en verdad lo siento…
—Solo
dilo…dilo, di lo que sientes…lo que sientes por mí…
Cerré
mis ojos con fuerza; por fin diría lo que por tanto tiempo estuve callando y
gritándolo solo en mi mente. Por fin me quitaría esas ganas de entregarle todo
lo que quedaba y resguardaba en mi corazón para él. Solo para él—: Te amo…te
amo Akashi…siempre lo he hecho y siempre lo haré…
Se
escucho un sollozo y luego un débil murmullo—: También te amo Kuroko…realmente
lo hago…
Su
confirmación solo hizo que las lágrimas desbordaran con mayor fuerza. Nos
aferramos el uno al otro como si quisiéramos fundirnos y en medio de ese abrazo
hicimos una promesa de amor a través de un beso. Pues nuestro amor estuvo esperando
mucho para ese momento, y esperaría el tiempo que fuera necesario. Era un
sentimiento puro y leal, irreversible ante cualquier adversidad.
PD. Disculpen los errores, y ¡GRACIAS POR LEER! ♡
By: clxwnmxsk
Romance; angst, fluff. au!
2414 ~ one shot.
Música de ambientación sugerida: Taeyeon - Secret ♪
Arlequín de la antigüedad, aquel que sonríe con una sonrisa dibujada en carmín. Llevo letras en el alma y sueños en la cabeza. Caminante de una ruta sin retorno. Enamorada de un alma desahuciada que siempre recordaré a través de mis escritos, como él me recuerda en sueños.
¡Disclaimer!
A través de Tinta y Papel...
La mayoría de las veces sueño despierta y rio sola. Y está bien, porque así soy. Con una debilidad por las personas heridas y con un buen sentido del humor.
Una persona que gusta de la buena música independientemente del idioma, que adora las letras amorosas y el olor de los libros antiguos. Disfrutando de un buen anime para variar, al igual que los mangas que me consumen por completo.
Llevo una promesa de la luna tatuada en el alma: 11:06.
Llevo una máscara que unos chicos me regalaron con todo su amor.
Escribo por mero placer, de las parejas que muestran tanto cariño como por aquellos que los crearon.
¡Importante!
¡TaYuto!
❥「 Yutori es lo más dulce del mundo. Taku es lo más alegre y divertido que él adorara por el resto de su vida! 」
Era una injusticia no permitirme festejar cuando realmente quería reír. Era una injusticia pues la mascara de felicidad que cargaba como ...
¡Advertencia!
Está expresamente prohibido copiar, transmitir, transcribir, alterar o reproducir por cualquier medio electrónico o mecánico alguna de las historias aquí publicadas, sin permiso escrito por parte del autor. Respetemos el trabajo ajeno, por favor. Todos los derechos reservados.
En una oportunidad quisiera hablarle a alguien. Les hablo a las personas que leyendo estas letras no se van, se quedan, tal vez por curiosidad, tal vez por simple morbo, porque simplemente les resulta interesante, les hablo a todos ustedes y les pido que me dejen seguir dedicando letras y pensares. Les cuento que encuentro placer en la lectura y la escritura, porque digo en ellas más de lo que mi garganta me permite. Le hablo al payaso que con generosidad me presto su máscara para que fingiera vivir, a sonreír...a simplemente existir...
0 comments:
Publicar un comentario