miércoles

❝❞ ━: Irreversible Pt.2「 Akakuro 」

POV Kuroko

—Acabas de arruinarlo todo.
Esas habían sido las palabras que habían salido de mis labios apenas me vi liberado de los tuyos. Vi tu expresión estupefacta y como tus brazos caían rendidos a tus costados. Te había roto el corazón…así como tú lo habías hecho conmigo desde hace mucho tiempo.
Probablemente el impulso que te haya llevado a besarme lo hayas sentido en un tiempo muy corto. Es obvio. Todo tiempo es corto para ti, para mi lo eran años y años de espera. Años aguardando una simple muestra de cariño que no demuestre amistad. Años a la espera de palabras que sabía no llegarían. Años de que abras tus brazos a la espera de encajarme en ellos. Años y más años…
Pero nada de eso pasaba y empezaba a impacientarme, aunque para ser sinceros, la ilusión se estaba perdiendo pues entendía (y vaya que realmente me costo hacerlo) que tú no serías para mí como realmente quería. Que tú no llegarías a ver en mi más que solo un niño que casualmente sea tu mejor amigo.
Solo eso.
Amistad.
Una palabra. Siete letras. No sabes cuantas veces quise cambiarla por una más corta. Algo tan simple como ‘pareja’ o ‘novio’ era lo que yo simplemente buscaba, pero esa búsqueda era en vano, y aunque quise aferrarme a la idea de que las cosas podían cambiar si era paciente, tu mismo desechaste la idea cuando aquella noche llamaste con la voz tranquila que te caracterizaba invitándome a tomar un café pues tenías algo importante que decirme. Acepte de inmediato y por toda la noche las posibles hipótesis de que era aquella que era importante y que necesitabas con urgencia decirme rondaban mi cabeza impidiendo que vuelva a dormir.
Al día siguiente tuve ojeras poco visibles y rece para que tú no las notaras. Por suerte no lo hiciste, y cuando me senté frente a ti que ya llevabas tiempo esperándome, me lo dijiste: tenías novia y querías presentármela.
Decir que me rompiste el corazón probablemente sea poco, mi corazón ya estaba partido a la mitad desde antes, mucho antes. Las piezas rotas trataban de manera insulsa ser recogidas por mis manos con la esperanza vaga de que quizás, quizás, tú podrías aceptarlas. No. No es suficiente con decir eso. Mi mundo entero se vino abajo cuando la ilusión apareció en tus ojos con ese brillo peculiar que creí que solo yo podría ver.
Empezabas a matarme por dentro.
Te sonreí como acostumbraba, como si ese fuera el perfecto mecanismo de defensa que yo había creado especialmente para que tú no pudieras ver cuan destruido me sentía por dentro. Te felicite con euforia y como se esperaba de parte del mejor amigo, dije que me sentía emocionado con conocerla a ella. Ella. Como habré odiado esa palabra en mis labios y más aun cuando tú la mencionabas como si se tratara de la palabra más hermosa. No. Para mi simplemente era la más detestable y horrenda de todas.
Acordamos que sería al día siguiente, y al momento de despedirnos, como era la costumbre ya, me diste un fuerte abrazo que estaba por quitarme todo el aire de mis pulmones. Hubiera querido que fuera así, solo de esa manera no tendría ganas de quitarme yo la vida con tal de no verte a lado de otra persona que no sea yo.
Me resigne, y camino a casa solté tantos suspiros como pasos mirando el asfalto. Quería llorar. Quería llorar pero no lo haría con personas a mis alrededores, si lo iba a hacer (y estaba seguro de que así sería) prefería hacerlo encerrado en mi habitación. En medio de cuatro paredes que puedan apaciguar el eco de mis llantos combinado con tu nombre.
Esa noche no dormí.
Cuando la hora de la cita estaba cada vez más cerca, no podía dejar de temblar al imaginar como sería, como se verían juntos, como hablarían entre ustedes. ¿Serían capaces de besarse en frente mío? Eso si sería lo que necesitaba para destruirme por completo.
Un beso, solo eso faltaría.
Pero tal cosa no llego. Así como tampoco la dichosa novia que con tanto anhelo esperabas. No se presento, así como tampoco lo hizo a las siguientes citas. Decir que me aliviaba era poco, estaba revoloteando por dentro por no verle la cara y mucho menos cerca a la tuya. Si, realmente me sentía muy contento. Y creí que esos momentos no acabarían ni terminarían mal para mí.
Me equivoque.
Todo si había cambiado. No lo note. Y fuiste tú el responsable de mi máxima destrucción. Me estabas besando. Como siempre había soñado, como siempre lo había deseado. Pero estuvo mal, todo estaba absolutamente mal.
Mis ilusiones eran casi nulas y la idea de verte con alguien más en el futuro se demarcaba en mi mente queriendo que me acostumbrara a ella, diciendo que así era como serían las cosas. Tú con alguien más y yo relegado en un tercer plano viéndolos ser felices, sonriéndoles, deseándoles suerte y muriendo por dentro. Eso era lo que mi mente gritaba diciendo que era lo correcto, que estaba bien y que yo no tenía porque interferir. Que sería muy egoísta, y que podía serlo con quien sea, pero no contigo. Y me mordía la lengua cada que intentaba hablarte de mis sentimientos queriendo creer aquello que mi cerebro me aconsejaba.
No debía hablar, no podía.
Hablaba de todo menos de ti o de mí, o de nosotros ya que esto no existía, probablemente nunca lo haría y tenía que acostumbrarme a ello. Sin embargo…fueron tus labios los que me dieron condena en vez de las palabras de rechazo que ciertamente esperaba.
—Acabas de arruinarlo todo.
Claro que lo habías hecho. Si mi corazón era el que decía y suplicaba que me quedara a tu lado, correspondiendo a tu afecto, entregándome como siempre había querido; mi cerebro era el que me decía que me alejara, que estaba mal, que tú no deberías besarme y que yo no debería corresponderte. Y le obedecí, porque la sensatez debería ser más valorada que aquellos impulsos que dicta tu corazón creyendo tener la razón cuando mayormente siempre terminabas herido por causa de éste mismo. No. Yo no podía ser igual, no quería ser igual. Quise poner mi raciocinio antes que todo y no mandar a la borda como tú pensabas hacer. Te separe de mí percatándome que había dolido más de lo que hubiera pensado. Exprese palabras que realmente sentía, pues todos esos esfuerzos de mantener mi distancia para que tú pudieras seguir adelante se estaban yendo a la mismísima mierda por culpa de un impulso que probablemente no podrías explicar del todo.
Tal vez yo te haya llegado a gustar, pero eso no se comparaba con el amor que yo sentía por ti. Aquel que me hizo hacerme a un lado, aquel que pensaba ponerte a ti primero antes que a mi mismo. No. Tu no lo entendías, claramente no lo harías.
¿De verdad no sabe donde pueda estar? —pregunte más ansioso que curioso, pero la señora Akashi solo negó bajando la mirada. Claramente sabía donde estabas, debía saberlo todo de ti, era tu madre; pero no diría nada. Eso ya me quedaba claro.
Habías partido un viernes por la tarde justo después de que te rechace. Me entere una semana después cuando un conocido me comento que había visto a la famosa Mai junto a uno de sus compañeros en un bar; te estaba engañando de la manera más descarada posible y quise saber como estabas pues claramente ya lo sabías. No obstante, cuando llegue a tu departamento la dueña del edificio me dijo que habías salido de viaje y que le habías dejado el recado de que ya no volverías, de que no lo harías nunca.
Creí morir por segunda vez consecutiva, y nuevamente fue tu culpa.
Tratando de encontrar respuestas, sentía como si me adentrara a un callejón sin salida. Nadie me decía nada de ti. Ni siquiera tus padres lo hacían, tus compañeros de trabajo me miraban con recelo cuando preguntaba por ti pensando que probablemente yo era un simple acosador por querer saber con desesperación donde estabas.
Nadie me brindaba información acerca de tu paradero y rendido entendí que te había perdido. Definitivamente te había perdido.
¿Tú eras el que buscaba información acerca de un tal Akashi? —la pregunta vino de la nada que cuando levante el rostro automáticamente al oír tu nombre, mi compañero de trabajo me miro extrañado.
—Si, yo lo busco.
—Pues aquí lo tienes —dijo tendiéndome una revista saliendo en la portada misma tú junto a otras dos personas que no reconocí. Sostenían lo que parecía ser un acta y sonreías como recordaba ya poco—. Al parecer su empresa acaba de firmar una alianza con una de las más grandes corporaciones en la capital. Él fue quien cerró el trato. Tan solo mira, le dedicaron dos caras a una entrevista que le hicieron la semana pasada —indicó señalándome las hojas correspondientes—. Leí un poco, fue interesante la parte en la que él mismo se declaraba como todo un mujeriego.
¿Qué?
—Ahí lo dice, confírmalo tú mismo —y así lo hice. Mi boca quedó seca cuando corroboraba lo que mi amigo me había dicho—. Tengo curiosidad, ¿Por qué lo buscabas tanto? ¿Acaso lo conoces?
—Era un amigo —respondí a secas. No podía decir nada más que ello, nuestra amistad había quedado acabada, pero en lo profundo de mi, subsistía la leve esperanza de que tal vez, eso pueda cambiar.
Pero las sorpresas no paraban de llegar y quise mantenerme lo más estable posible para poder enfrentarlas.
A través del vidrio podía verte a lado de aquella chica con escote pronunciado y falda recogida. Ambos traían una copa en mano y brindaban por cualquier cosa que estén diciendo. Mordí mi labio para aguantarme las ganas de entrar, apartarla de tu lado y llevarte conmigo muy lejos de allí. Pero me contuve, no obtendría nada bueno así. Claramente estabas ebrio y eso me obligaba a tener que tratarte con tacto, de lo contrario pensarías que tu mente te jugaba una mala pasada ya que nadie tendría que saber donde estabas, mucho menos yo.
Con pasos lentos ingrese en aquel lugar, y de la misma manera fui hasta la barra sentándome a tu lado sin que tú te percataras. Pedí un whisky simple y como si fuera un acto reflejo, detuviste el camino del vaso a tus labios apenas escuchaste mi voz. Giraste lentamente y cuando me viste de frente, el cristal resbalo por tus dedos mojándote por completo.
Reí por tal acción. No dejabas de ser tú aún estando bajo los efectos del alcohol. Luego paso algo que si no espere. Tus ojos fueron cerrándote y cuando menos lo esperaba caíste al suelo de costado. Llegué a sostenerte a duras penas y con mucha, bastante, dificultad pude llevarte a salvo a tu departamento de lujo.
Revise cada rincón de tu morada y me pareció tan vacía, tan triste, como si un solitario hombre melancólico viviera en ella. Me pregunte en voz alta porque sería así, la respuesta que recibí me hizo erizarme por completo y no hizo sentirme mejor.
—Fue por ti, siempre fue por ti —estabas apoyado en el marco de la puerta, tenías la ropa mal puesta y tu expresión fue la más triste que me llegaste a mostrar— ¿Cómo me encontraste?
—Te vi en la portada de una revista.
—Mmm —parecías meditarlo— ¿Por qué estas aquí?
Me quede helado. Tu expresión paso a una mucho más seria y entendí tu claro desconformo con verme allí. Baje la mirada no sabiendo que más hacer, mordí mis labios para no explotar reclamándote, gritándote, exigiendo respuestas que obviamente no tenías ánimo de darme.
—Quería ver que llegaras bien, te desmayaste de la nada —expresé con un nudo en la garganta—. Ya que estas bien, será mejor que me vaya.
Tome mi abrigo y pase presuroso por tu lado, pero antes de que pudiera dar un paso más sostuviste mi brazo con fuerza obligándome a que te vea. Tenías la mirada puesta en mí y tu expresión fría solo ayudaba a que me temblaran las piernas y tragara grueso.
—Aún no me has respondido.
—Y-yo…
—Responde —y el agarre en mi brazo se intensifico.
—Quería verte —sinceré—…necesitaba verte…yo…
—Tú ¿qué? —aseveraste.
—Yo… —y aplicaste más fuerza en mi brazo— m-me lastimas…Akashi…
—Responde —tu voz sonaba forzada—…por lo que más quieras…solo responde…—y ahí te vi, tu mirada cristalizada, tu cuerpo temblando. Podía sentir tu aliento muy cerca al mío, no dejabas de verme y de pronto todo esa ansiedad en mi cuerpo desapareció. Solo estabas tú, tú con los orbes reteniendo las lágrimas y tu cuerpo sintiendo espasmos.
Me deshice de tu agarre de manera lenta, no te moviste. Dirigí mi mano hacia tu mejilla limpiando aquella lágrima que desbordaba de tus ojos sin tu permiso. La manera en la que te acurrucaste contra mi tacto solo hizo que se me encogiera el corazón. Tú también la pasabas mal, y yo había sido un desconsiderado y un ingenuo por llegar a creer que sin mi estarías mejor.
—Lo siento…—hable con dificultad— soy un idiota…mira lo que te he hecho…
—Esto es tu culpa —dijiste con la voz rota—…quise cambiar a la fuerza…ser otro…pensé que así…quizás podría olvidarte…
Y las lágrimas hicieron aparición de una manera vertiginosa. No dude ni un segundo en abrazarte—: Lo sé…lo sé…lo siento…perdóname, fui un estúpido…creí que sin mí estarías mejor —y me abrazaste con más fuerza—…en verdad lo siento…
—Solo dilo…dilo, di lo que sientes…lo que sientes por mí…
Cerré mis ojos con fuerza; por fin diría lo que por tanto tiempo estuve callando y gritándolo solo en mi mente. Por fin me quitaría esas ganas de entregarle todo lo que quedaba y resguardaba en mi corazón para él. Solo para él—: Te amo…te amo Akashi…siempre lo he hecho y siempre lo haré…
Se escucho un sollozo y luego un débil murmullo—: También te amo Kuroko…realmente lo hago…
Su confirmación solo hizo que las lágrimas desbordaran con mayor fuerza. Nos aferramos el uno al otro como si quisiéramos fundirnos y en medio de ese abrazo hicimos una promesa de amor a través de un beso. Pues nuestro amor estuvo esperando mucho para ese momento, y esperaría el tiempo que fuera necesario. Era un sentimiento puro y leal, irreversible ante cualquier adversidad.

PD. Disculpen los errores, y ¡GRACIAS POR LEER!  

  • By: clxwnmxsk
  • Romance; angst, fluff. au!
  • 2414 ~ one shot.
  • Música de ambientación sugeridaTaeyeon - Secret ♪

0 comments:

Publicar un comentario

 

Utopian Mind Template by Ipietoon Cute Blog Design

Cute Polka Dotted Red Bow Tie Ribbon